Demencia...una historia personal
Foto de Siarhei Plashchynski en Unsplash
Hay un una frase graciosa del lugar de donde provengo que hace alusión al pensamiento de la época cuando yo andaba en el colegio. La frase dice que de mi pueblo solo salían médicos, abogados y curas; y parece que es real, porque en aquel entonces parece que en la clase media se impulsaba a los entonces estudiantes a buscar una carrera segura, que tuviese proyección, siendo la medicina una de las que gozaba de ese prestigio. Es probable que esa sea una de las razones por las cuales hoy tengo ese título, sin embargo hay también una anécdota que siento que también sembró ese deseo de querer ser médico.
Cuando estaba pequeño por ciertas dinámicas familiares mis hermanos y yo recibimos el apoyo de dos tías, que ayudaron a mi mamá en la crianza de esos chicos terremoto.
Mis tías por azares de la vida habían quedado solteras, y pareciera que habían heredado ahora unos hijos putativos, así las cosas una de ellas que llamamos por cariño Yoya, asumió el papel de mi tutora de vida y vaya que lo hizo bien.
Recuerdo que ella sufría de unos cuadros de dolor en la barriga que la tumbaban a la cama; yo en medio de mi ignorancia la veía con la preocupación de un niño cuando tenía aquellos episodios dolorosos. Impotente, sin saber que hacer me hacía a su lado totalmente inmóvil aunque preocupado. Creo que en una ocasión me dijo que le frotara el abdomen con mis manos, que eso la ayudaría; y por la razón que fuera mi tía Yoya mejoraba y salía adelante de su cólico abdominal.
Es probable ese sea también unos de los motivos para que aquel niño pensara que tenía cierta habilidad para curar. Mi tia y yo siempre tuvimos una relación cercana y disfrutamos de las cosas sencillas de la vida. Son muchas las anécdotas. Se preguntarán por qué he decidido hablar de ella. La respuesta a esa incógnita, sí es que se lo estaban preguntando, radica en que su sobrino ahora médico la recuerda frecuentemente , pero ella ya no tanto a mí debido a una enfermedad llamada demencia o tal vez más famosa por su nombre como Enfermedad de Alzheimer.
Yoya no es la de antes y no es por su edad avanzada, es por este problema de salud; así que acordándome de cómo éramos antes, hice conciencia que a pesar que sigue físicamente con nosotros ya no es aquella persona que nos acogió a mí y a mis hermanos. He sentido una gran pena por esto. Hay mucha información por ahí de la Enfermedad de Alzheimer, incluso una película muy buena por cierto. Pero creo que quien no haya tenido que vivir una situación como esta, es probable que le reste importancia a este problema de salud. La invitación es para que estemos muy atentos con los síntomas y signos tempranos de este mal. Por ejemplo no debemos normalizar que una persona empiece a olvidar cosas importantes, si detectamos esto en algún familiar o en nosotros mismos, debemos actuar pronto e ir a un Neurólogo o Geriatra cuanto antes, porque el tratamiento puede hacer la diferencia. Nosotros los médicos también debemos tener los sentidos agudizados para diagnosticar oportunamente la demencia, y aunque no sea de nuestra experticia porque pertenecemos a otra rama de la medicina, sí podríamos enviar a la persona al especialista idóneo…. Hace poco un colega mío hablaba en redes sociales de que hay muchas acciones sencillas que pueden evitar la demencia hasta en cincuenta por ciento, tales como el optimizar factores como la obesidad, el bajo acceso a la educación, el colesterol alto, depresión, inactividad física, la soledad, los problemas de audición, la diabetes entre otros. Debemos favorecer la vida saludable y diagnosticar a tiempo estas condiciones para no sufrir las consecuencias como familia. Ojalá que esta vivencia personal sirva de algo y que como decía un profesor mío, si estas lineas tocan a tan solo una persona y esto se convierte en una acción positiva, creo que será suficiente… estoy seguro que también será una victoria de mi tía, puesto que su espíritu siempre ha sido el de ayudar a las personas.